viernes, enero 18, 2008

Un aplauso, por favor


Apenas empezado el nuevo año, recuperándonos de la resaca de las últimas fiestas, de seguro ya nos estamos preparando para el carnaval. Convites por aquí y por allá; músicos y bailarines de ensayo en ensayo; modistas, costureros y bordadores con las agujas a cien por hora, infladores de globos preparando el negocio; acomodando las cervezas en el refrigerador para que estén frías en el momento justo. Pero, a veces, estos afanes hacen que pasemos de largo la transición de un año a otro, con el riesgo de que el tiempo se nos vaya sin la oportunidad de hacer algunos altos para reflexionar y proyectar nuestras vidas y nuestras historias. No queremos que esto nos pase, así que pondremos algunas líneas sobre este tiempo.


El Dosmilsiete se fue; y con él, sus hechos y muchos de sus personajes. Se retiró bastante cargadito, con sus cosas encima y algo humillado, se marchó casi sin decir nada; si algo nos queda de él, son los recuerdos. Entre éstos están los buenos y lo malos, los gratos y los ingratos; lamentablemente los malos y los ingratos, parece que se impusieron a los otros. Definitivamente no fue de los mejores años que hayamos tenido; su paso por la historia deja mucho que desear y pensar. Comenzamos el primer mes con enfrentamientos. De ahí para adelante fuimos testigos de la imposibilidad de dialogar. Los prefectos contra el gobierno. Racismo de uno y otro lado, con sus respectivas dosis de intolerancia y abuso. Muertos, personas cuyos fallecimientos se pudieron evitar. Sangre, luto y dolor. Unión Juvenil Cruceñista, Jóvenes por la Democracia, cocaleros, campesinos, movimientos sociales, ponchos rojos y sus perros degollados. Constituciones, pronunciamientos, cabildos y militares de por medio. Pandillas, inseguridad y linchamientos. Mayor violencia, agresividad y temor. Entre otros ésos son los recuerdos que se guardan del pasado año. Pero, pese a todo, el tiempo avanza y nosotros seguimos inmersos en la historia y en la realidad. La sabiduría popular dice que aquello que no mata, nos hace más fuertes. Ojalá hayamos aprendido la lección porque si no estaremos condenados a repetirla, una y otra vez. Lo bueno fue que al final de todo quedamos con mucha ilusión por el siguiente año y por lo que en él podríamos hacer. Por eso y por más, por las enseñanzas, por los tropiezos y sobre todo por la esperanza, despidamos el pasado año sin resentimientos.


Ahora, con todo el anterior año atrás, estamos en pleno Dosmilocho. Recibimos este año hace pocos días, con entusiasmo, con luces de colores, música y baile, con el ferviente deseo de que sea un buen año, de que nuestros proyectos se cumplan. Familia, salud, prosperidad, son las palabras que fuimos repitiendo constantemente a nivel personal; también pensamos en diálogo, tolerancia, paz, concertación. como deseos para nuestro país. Y empezamos bien, la sola posibilidad de encuentro entre el Presidente y los prefectos nos abre muchas puertas, nos hace pensar que no todo está perdido. Que ésta sea la actitud durante todo el año. Desde un escenario de diálogo y respeto podremos comenzar a trabajar los otros temas que tanto nos urgen y a veces nos desesperan. Ánimo con el nuevo año y con las posibilidades que nos descubre.


Desde esta columna queremos recibir el Dosmilocho con un aplauso, por favor.