jueves, marzo 06, 2008

Todos a una: Fuente Ovejuna


Alrededor del siglo XVI, en un poblado cordobés de España, se vivió un caso de linchamiento. El Comendador de Fuente Ovejuna fue muerto violentamente a manos de los vecinos. Ante la pregunta de “¿Quién mató al comendador?” una y mil veces la respuesta era “Fuente Ovejuna, Señor”, todos a una respondían: Fuente Ovejuna. El nombre del pueblo dio lugar a esta pieza dramática; Lope de Vega trabajó el tema de la justicia tomada por mano propia ante la tiranía y la ausencia de ley; pero también toma en cuenta la calidad de rebaño que asume el pueblo bajo la guía de algunos líderes.

En circunstancias diferentes, ya que ahora vivimos en pleno siglo XXI y bajo el marco de un Estado de Derecho, ciertos comportamientos no han cambiado. Las noticias de linchamientos llenan las páginas de los periódicos mientras las autoridades se lavan las manos y los verdugos se esconden en turbas y consignas.

Al grito de “justicia comunitaria” pobladores de la comunidad cochabambina de Epizana torturaron durante diez horas a tres policías. Mientras las víctimas pedían auxilio e imploraban por sus vidas sus verdugos los maniataban, los golpeaban con palos y piedras, y les echaban agua hervida hasta asesinarlos. Mientras tanto dos periodistas eran atemorizados bajo la misma amenaza. Todos a una: Fuente Ovejuna

Hace poco, un traidor jueves antidemocrático, dos congresistas, fueron agredidas por una turba envalentonada que decía defender la democracia bloqueando el ingreso al parlamento a toda persona que no comparta la visión del régimen gobernante. Escupidas, golpeadas e insultadas tuvieron que retirarse ante la distraída mirada policial. Todos a una: Fuente Ovejuna.

En el Chapare, el año pasado, un joven de 26 años, confundido con un ladrón, tuvo que soportar horas atado a un árbol lleno de hormigas; ahora tiene que cargar el daño neurológico y las secuelas renales. Cuatro presuntos delincuentes fueron quemados vivos dentro de un automóvil, El Alto, diciembre de 2007. En San Ignacio de Velasco, Santa Cruz, hace un mes y medio, dos personas fueron golpeadas y quemadas bajo la acusación de robo y asesinato; uno de ellos murió, el otro se halla en terapia intensiva. En junio de 2006, en la ciudad de El Alto, un hombre muere ahorcado por algunos vecinos que decían haberlo visto robar unas herramientas. Durante dos horas, un joven en San Julián, Santa Cruz, aguantó las piedras que le lanzaba la gente por haber robado una moto; murió lapidado. Una mujer fue enterrada viva, en Potosí, porque supuestamente había cometido adulterio. Todos a una: Fuente Ovejuna.

Éstos son alguno de los casos de linchamiento que se han venido presentando; en los últimos dos años ya suman cuarenta y ocho. Pocas veces la justicia ha llegado a esclarecer los hechos. Ya va siendo tiempo de actuar, de frenar actos violentos y delictivos que aprovechándose de algunas circunstancias dejan salir lo más bajo y cruel del ser humano; es tiempo de dejar de encubrir asesinatos y torturas bajo el rótulo de “justicia comunitaria” o como diablos quiera entendérsela. No vaya a ser que la violencia siga cobrando más y más víctimas; que esa violencia, que crece en escalada, vuelva a tomar las calles y repita un febrero, un octubre o un enero negro; y, peor aún, sigamos con la mala de costumbre de gritar todos a una: Fuente Ovejuna.

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