En la antigua República Democrática Alemana (RDA), bajo el régimen comunista, se contaba con un departamento de policía secreta y de inteligencia: la STASI o Ministerio para la Seguridad del Estado. Esta institución estaba encargada de vigilar y supervisar las actividades políticas de los ciudadanos para detectar comportamientos subversivos o antirrevolucionarios. La STASI fue considerada uno de los sistemas de inteligencia más efectivos del mundo. Este organismo llegó a tener en sus filas a más de noventa mil espías y trescientos mil informantes civiles que se dedicaron a pinchar teléfonos, espiar la vida privada de los ciudadanos mediante micrófonos y cámaras ocultas, hacer seguimientos de personas consideradas “sospechosas”, etc.; todo un mecanismo de defensa de un régimen asustado, y de ataque a los derechos humanos y a las libertades civiles.
Este contexto sirve como telón de fondo para que el director alemán Florian Henckel-Donnersmarck lleve a las pantallas la película, ganadora del Oscar a la mejor extranjera, La vida de los otros. El capitán Wiesler recibe la misión de “observar” al dramaturgo Georg Dreyman y a su novia, la actriz Christa-Maria Sieland. El trabajo no es más que rutina, entrar al domicilio, revisar un poco, instalar micrófonos y cámaras, seguimiento por la calle, etc. El oficial va acompañando, por decirlo de alguna manera, la vida de la pareja, tanto en sus relaciones sociales como en las más íntimas. El trabajo comienza a convertirse en placer, las historias ajenas van haciéndose propias, la vida de los otros va robándole su propia vida. De un momento a otro lo cotidiano se altera, la relación con un escritor amigo apunta a la subversión, éste le pide a Dreyman que colabore con algún artículo, relacionado a los suicidios en la Alemania comunista, en un periódico opositor. El dramaturgo acepta.
Dentro de un Estado policía es difícil tener una opinión distinta a la oficial; más difícil aún es poder expresarla. Lo más simple se torna complejo, desde conseguir una máquina de escribir que no esté registrada, hasta lograr que el artículo escrito pueda atravesar la frontera para su publicación. El capitán alemán es testigo de todos estos hechos, pero curiosamente guarda silencio sobre ellos; los informes llegan alterados, en favor de vigilados, a las oficinas de la STASI.
Si bien no existen pruebas de la protección, y por tanto de la traición al Estado, que brinda Wiesler a sus vigilados; la sospecha está presente. En clave de tragedia la mujer de Dreyman, después de ser obligada a declarar en contra de su marido, muere en un accidente. El dramaturgo se queda sin su amada. El capitán termina su carrera de espía en los sótanos del Ministerio, husmeando en la correspondencia ajena.
Es cierto que el régimen no dura mucho tiempo más en el poder. La democracia, la caída del muro y la unificación de las dos alemanias son la prueba de ello. Pero también es cierto que la Stasi y sus mecanismos de espionaje se encargaron, directa o indirectamente, de arruinar la vida de miles ciudadanos. Más allá de lo ilegal de sus acciones, está el voyeurismo de su inconciente y la inmoralidad de su proceder.
En conclusión, podemos decir que espiar y ser espiado es un tema muy recurrente y muy a propósito no sólo en el cine.
miércoles, febrero 20, 2008
La vida de los otros
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1 comentario:
No he visto la película y me has animado a verla. La vida de los otros siempre ha interesado a muchos, a la mayoría. Lo que varía es el formato en el que se manifiesta; cotilleos de pueblo, intromisión familiar, publicaciones rosa, y más recientemente, la versión más destructiva: los «Reality Show». El espionaje es una modalidad que no se me había ocurrido, pero es un posibilidad inquietante.
Saludos.
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