Tanto padres como hijos andan reclamándolos a cada rato. Los amigos y los enamorados no se cansan de darlos ni de recibirlos. Suelen ser señales de apertura, acogida y protección. Dan calor y expresan afecto; aunque algunos provocan locura. Sobre ellos se han hecho poemas, canciones, cuentos; el mismo Eduardo Galeano les dedicó un libro entero. Algunos verbos cercanos nos hablan de ceñir, estrechar, rodear, contener, incluir, adoptar. Sí, estamos hablando de los abrazos.
¿Cuánto cuesta dar un abrazo? Juan Mann, en inglés la fonética nos remite a [One Man] (un hombre) descubrió que abrazar podía no costar nada; de ahí en adelante se dedicó a gastar su tiempo abrazando gente por calles transitadas, contagiando su entusiasmo a otros muchos, hasta llegar a generar un movimiento mundial de abrazos gratis. Con la soledad a cuestas, recién llegado a su ciudad natal, los padres divorciados, la relación fracasada con la novia, una abuela muy enferma, Jason Hunter salió, en junio del 2004, a las calles de Sidney, Australia, a repartir abrazos gratis. El regalo lo había recibido poco antes, en una fiesta, de brazos de una mujer desconocida. Ese abrazo cambió su vida y su forma de ver el mundo y de entender a las personas.
Años más tarde, tras la muerte de la abuela, la depresión se volvió a apoderar del hombre que había hecho de los abrazos una forma de vida. Entre las muestras de afecto que recibió durante ese tiempo, destaca un regalo especial: un video suyo, filmado por un transeúnte casual, Shimon Moore, cuando un policía intentaba detener los abrazos gratis. Tiempo después, colgada en la página web de Youtube, la grabación contagiaría el entusiasmo por salir a calles y plazas para abrazar a la gente, sin mayor explicación.
El movimiento "Free hugs" (abrazos gratis) se dio conocer en todo el mundo. Hombres y mujeres, inspirados por la actitud de Mann, dedicaron parte de su tiempo a repartir abrazos a las personas con las que se topaban. El movimiento fue creciendo y traspasando todo tipo de barreras, sin importar sexos, edades, clases, credos ni idiomas. Los abrazos son cariños universales, y así nace "Abrazos gratis", versión en español de "Free hugs". La iniciativa traída a Latinoamérica llega desde España; los abrazos se van regalando de persona a persona, en una cadena que construye lazos entre los seres humanos.
Esta columna no se estaría escribiendo si es que yo no hubiera descubierto y recibido "Abrazos gratis", una tarde nublada en la población de Copacabana, a orillas del Lago Titicaca; si es que no hubiera descubierto lo obvio: que abrazar no cuesta nada; si es que no hubiera experimentado lo placentero que se siente el ser abrazado por alguien sin haber esperado semejante regalo. Basta sólo ese instante para sentirse querido, para dejar atrás la soledad con la que se carga, para volver a creer en la humanidad y en un proyecto de hermandad. Basta un abrazo, uno solo, para sentirse como un rey; así lo experimentó Mann el día de la fiesta en los brazos de la desconocida.
Que los abrazos gratis no se terminen nunca; más bien se multipliquen y lleguen a todos. Salir a regalar abrazos no cuesta nada; recibirlos, tampoco. Ánimo, a abrazar y dejarse abrazar.
¡Cambia la actitud y cambiarás el mundo!
1 comentario:
Y yo digo: ojalá no hiciese falta el movimiento «Abrazos gratis» porque la gente estuviera acostumbrada a hacerlo. En realidad, las personas no necesitaríamos que nos dieran un «abrazo gratis» si los recibiéramos con frecuencia de nuestros seres queridos, o simplemente cercanos. Es esa ausencia, ese vacío el que provoca muchos de los dramas personales, depresiones, y tristemente, suicidios de nuestros tiempos.
Quien recibe calor en su casa observa el mundo con esperanza, tiene mayor inclinación a confiar en las persona y tener buenos sentimientos hacia ellos. Es decir, no harían falta los «abrazos gratis. Sonreiríamos sin ellos, y nos abrazaríamos más espontáneamente con las personas de nuestro entorno, por motivos cotidianos.
Pero mientras tanto, como las demás ONG, los «abrazos gratis» tienen la misión de sensibilizar y compartir con los «más necesitados».
Un abrazo... gratis, claro.
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