(Artículo de Rubén Vargas, tomado de http://www.la-razon.com/version.php?ArticleId=2597&a=1&EditionId=91)
Al romper la mañana del 25 de mayo de 2010, en las alturas de San Jorge, se libró la batalla de los Trillizos. Un acontecimiento histórico, puesto que se trata de la única acción bélica exitosa del Ejército boliviano desde la defensa de Villamontes. La acción, planificada y ejecutada por la Escuela de Inteligencia del Ejército y la jefatura de Infraestructura del Ministerio de Defensa, consistió en evitar que los obreros encargados de concluir las obras de los puentes Trillizos vacíen una carga de concreto. Los periódicos que destacaron corresponsales a la zona de operaciones dan cuenta de que el momento más crítico de la batalla fue el denominado “forcejeo”. En efecto, cuando el enemigo se disponía a vaciar la carga, una rápida acción envolvente del Ejército boliviano frustró su propósito desviando la manguera por donde debía salir el cemento. Ése fue el momento del histórico “forcejeo”. Obreros comandados por una autoridad municipal por un lado y militares bolivianos por el otro “forcejearon” la manguera. La victoria fue para los segundos, aunque la acción dejó secuelas. El jefe de infraestructura del Ministerio de Defensa señaló que después del “forcejeo” la solución al conflicto bélico estaba más lejana, porque, según sus palabras, “se violentó a un soldado y no podemos permitir violencia”. Curioso razonamiento pacifista para el conductor de una batalla. La Dirección de Derechos Humanos del Ministerio de Defensa, por su parte, anunció que adoptará acciones contra la autoridad municipal responsable del “forcejeo”. Sobre este asunto, tiene la palabra del Defensor del Pueblo.
La victoriosa batalla de los Trillizos abre nuevos horizontes para el Ejército boliviano. Además de resguardar las fronteras, pagar el bono Juancito Pinto y desfilar al son de “¡Patria o muerte!”, ahora también podrán evitar la conclusión y entrega de obras de los gobiernos municipales que, por pura casualidad, no responden al partido de gobierno.
Mientras tanto, en otro frente de batalla, hay importantísimas novedades en la guerra que libra Bolivia por la propiedad exclusiva de la morenada. Los resultados de un sondeo de opinión realizado vía internet por La Razón dan cuenta de que un abrumador 64% de los 85.378 consultados considera que los grupos musicales bolivianos que componen por encargo de fraternidades peruanas (como Llajtaymanta o el Grupo Femenino Bolivia) son “traidores a la patria”. Este nuevo episodio bélico comenzó cuando se descubrió un video que ponía en evidencia la “traición”: morenos peruanos bailando una piecita compuesta por músicos bolivianos. ¡Horror! Como respuesta a la agresión, el Ministerio de Culturas boliviano propuso “arraigar” la música para evitar que los enemigos se apropien de ella. Como la medida parecía insuficiente, también se habló de arraigar a los músicos. (Más fácil sería, quizás, arraigar sus trompetas o, en último caso, sus cachetes.) Ante esto, el Perú habría ofrecido “asilo artístico” a las víctimas de la medida. El resultado de esta guerra es incierto; lo único claro es que a este paso vamos a acabar arraigando nuestras mentes en el más vulgar chauvinismo.
La victoriosa batalla de los Trillizos abre nuevos horizontes para el Ejército boliviano. Además de resguardar las fronteras, pagar el bono Juancito Pinto y desfilar al son de “¡Patria o muerte!”, ahora también podrán evitar la conclusión y entrega de obras de los gobiernos municipales que, por pura casualidad, no responden al partido de gobierno.
Mientras tanto, en otro frente de batalla, hay importantísimas novedades en la guerra que libra Bolivia por la propiedad exclusiva de la morenada. Los resultados de un sondeo de opinión realizado vía internet por La Razón dan cuenta de que un abrumador 64% de los 85.378 consultados considera que los grupos musicales bolivianos que componen por encargo de fraternidades peruanas (como Llajtaymanta o el Grupo Femenino Bolivia) son “traidores a la patria”. Este nuevo episodio bélico comenzó cuando se descubrió un video que ponía en evidencia la “traición”: morenos peruanos bailando una piecita compuesta por músicos bolivianos. ¡Horror! Como respuesta a la agresión, el Ministerio de Culturas boliviano propuso “arraigar” la música para evitar que los enemigos se apropien de ella. Como la medida parecía insuficiente, también se habló de arraigar a los músicos. (Más fácil sería, quizás, arraigar sus trompetas o, en último caso, sus cachetes.) Ante esto, el Perú habría ofrecido “asilo artístico” a las víctimas de la medida. El resultado de esta guerra es incierto; lo único claro es que a este paso vamos a acabar arraigando nuestras mentes en el más vulgar chauvinismo.
Rubén Vargas es poeta y periodista