domingo, febrero 26, 2012

Una historia de soberbia, poder y miedo




La marcha de las personas con discapacidad llegó a la ciudad de La Paz; en la Plaza Murillo los esperaban, no precisamente para darles la bienvenida, cientos de policías armados de escudos, gases y bastones eléctricos. Los primeros llegaron algunos cojeando, otros apoyados en sus bastones y muletas, varios rodando en sus sillas de ruedas, no faltaron lo que llegaron arrastrándose; llegaron después de más de cien días de marcha; llegaron pidiendo que también se los incluya en la repartición de bonos estatales; llegaron queriendo entrar en la Plaza Mayor. Pero se toparon con la soberbia del trono, con el poder de las armas, con el miedo irracional ante el diferente.


Cantantes, actores y deportistas extranjeros, incluso tusristas del montón, pudieron antes entrar sin problemas hasta Palacio de Gobierno y tuvieron la suerte de ser recibidos por el mismisimo Jefe de Estado y no se fueron con las manos vacías, se llevaron significativos regalos del gobierno boliviano. Las personas con discapacidad no pudieron ni siquiera vislumbrar la Plaza Central, fueron recibidas a gases, palos, escudazos y choques eléctricos y si algo consiguieron hasta ahora de recuerdo, fueron las heridas policiales en sus cuerpos y la indolencia presidencial en sus corazones.