miércoles, diciembre 24, 2008

Más allá del dedo está la luna


Cuenta Sócrates que cierta noche, Tales de Mileto, el filósofo de las estrellas, mientras caminaba contemplando el cielo, tropezó y cayó a un pozo; una muchacha tracia que pasaba por ahí se burló de él ya que pretendía conocer lo que había en el cielo, pero no se fijaba en lo que tenía delante de sus pies. Esta anécdota ha servido para burlarse de las personas que viven en filosofía, de aquellos que intentan ver más allá de lo evidente o lo inmediato, de los que se animan a ir un poco más lejos.

Otros personajes famosos por andar mirando el cielo y las estrellas, muy a propósito del tiempo navideño en el que estamos sumidos, son los Reyes Magos, personajes infaltables en las reproducciones del nacimiento que se acostumbran armar por estas fechas. De ellos sabemos muy poco, la tradición popular cristiana nos dice que fueron tres: Melchor, Gaspar y Baltasar; que venían de Oriente, siguiendo una estrella, en búsqueda del rey de los judíos que había nacido en Jerusalén; al final, gracias a un sueño, lo encuentran tendido en un pesebre en Belén; cada uno le ofrece un valioso regalo: mirra, incienso y oro. Las páginas de la Biblia no dicen que fueran tres, ni que hayan sido reyes, ni tampoco magos; en ellas se hace mención a la llegada de unos Sabios de Oriente que preguntan por el rey recién nacido al que venían a adorar. Más allá de los datos precisos, sabemos que los relatos terminan contando que, felices por haber concluido el viaje encontrando al Mesías, emprenden el retorno a sus tierras, desapareciendo del horizonte de la historia judeocristiana. La figura de estos tres hombres ha dado lugar al nacimiento de numerosas tradiciones y costumbres, por ejemplo el atribuirles la tarea de la entrega de regalos a los niños que se portan bien.

La anécdota de Tales de Mileto nos invita a no detenernos en las distracciones del camino, a soñar levantando los ojos hacia un horizonte infinito, a descubrir aquello que sobrepasa lo obvio. La historia de los Reyes Magos nos habla sobre la importancia de estar atentos a los signos de los tiempos: reconocer las estrellas que nos guían hacia la verdad; de estar dispuestos a dejarlo todo cuando descubrimos el tesoro que no tiene precio; y, sobre todo, a ser capaces de mirar más allá de lo aparente, descubriendo entre los pañales y el pesebre al verdadero rey.

A nosotros nos queda no atemorizarnos por el viaje o por el peligro de caer al pozo; animarnos a llevar la mirada, y con ella las expectativas, los sueños y los deseos, lo más lejos posible; aprender a descubrir el lado positivo de la vida. Como les pasó hace dos mil años a esos Sabios de Oriente, hoy nos encontramos con una realidad no muy prometedora (un niño envuelto en pañales dentro de un pesebre); de nosotros depende quedarnos con esa imagen y ponernos a llorar por el aparente fracaso de la empresa, o por el contrario ver que más allá de lo que tenemos delante de nuestros pies se abre un mundo infinito de esperanzas. Como Tales de Mileto o como los Reyes Magos, seamos capaces de ir siempre más allá de lo evidente, de ver a Dios recostado en el pesebre y envuelto en sucios pañales.

Una última anécdota para justificar el título de esta columna: Se cuenta que Confucio solía decir que cuando el sabio señala la luna, el necio se queda mirando el dedo.

viernes, diciembre 05, 2008

¿Por qué no te callas?, Cardenal


El Estado garantiza a las bolivianas y los bolivianos el derecho a la libertad de expresión, de opinión y de información, a la rectificación y a la réplica, y el derecho a emitir libremente las ideas por cualquier medio de difusión, sin censura previa” (El resaltado es nuestro).

Así reza, en su artículo 106, el proyecto de Constitución del MAS, salido del cuartel de La Glorieta; así también se desdice cuando actúa contra los que piensan y se expresan distinto. Bien quisiera el gobierno que todas las opiniones vertidas le sean favorables, éstas sí estarían autorizadas y gozarían de la garantía de “libertad de expresión” que marca la ley. Pero, las actitudes y los hechos que han caracterizado el proceder de Palacio nos han ido demostrando una triste realidad: existe una prohibición tácita a disentir con el poder actual, bajo pena de sufrir acusaciones nunca demostradas, intimidaciones cobardes, impunes agresiones físicas y verbales, amenazas de toda índole, y una larga cadena de etcéteras.

El cardenal Julio Terrazas encarna el ejemplo del tipo de “libertades” que nos están tocando sufrir. Las declaraciones del Presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana incomodan al gobierno porque desenmascaran su actuar y desmienten las bombas de humo que lanza a diestra y siniestra para distraer la atención sobre los verdaderos problemas que aquejan al país. Fruto de su incomodidad, algunos jerarcas del gobierno, porque también los hay, han salido a atacar y acusar, como ya se va haciendo costumbre, al Arzobispo de Santa Cruz. Le piden, en pocas palabras, que se dedique a rezar y no se meta en política; como si el bien común no fuera preocupación de todos. De la misma manera, se podría pedir al gobierno que se dedique a los temas que le corresponden, como el desabastecimiento de carburantes, el incumplimiento de contratos con otros países o la política económica que está a punto de caer rendida, antes de estar gastando su tiempo y energías en desprestigiar a la Iglesia (tema que no le corresponde) que ha venido coadyuvando desde siempre en responsabilidades que competen al Estado pero que éste no logra cubrir como la educación y la salud. A Monseñor Terrazas, también se le ha pedido que deje la cruz de Cristo para dedicarse a la política (¿?); la ignorancia es atrevida y esta petición olvida que a Cristo lo juzgaron y lo mataron por “hacer política”, por llamar “zorro” al rey Herodes, por enfrentarse a los líderes político-religiosos de su pueblo, por luchar siempre al lado de la verdad. Al final de cuentas, las reacciones venidas del poder son las que corresponden a los regímenes como el que tenemos.

Mientras el gobierno, que proclama a los cuatro vientos su Revolución Democrática y Cultural, decreta estado de sitio, secuestra a activistas, militariza las instituciones, colecciona confinados, persigue a dirigentes cívicos, posesiona a un prefecto militar; mientras tanto, el periódico español El país, conocido por su anticlericalismo, destaca al cardenal boliviano como uno de los 100 líderes más influyentes en el mundo. Ya dice la sabiduría popular, y el evangelio mismo lo pone en boca de Jesús: “Nadie es profeta en su tierra”, y menos con una constitución que no se la pretende cumplir ni por si acaso, en los temas que no sean de conveniencia gubernamental.