viernes, enero 02, 2009

50 años de revolución

Estos días nos hemos visto inundados por la cobertura que se dio al aniversario cincuenta de la Revolución Cubana.

Casualidades de la vida, me encuentro leyendo la autobiografía de Reinaldo Arenas, escritor cubano nacido en 1943 y muerto, en el exilio, en 1990. Más allá de la maravillosa obra que tengo entre manos, he quedado impresionado por la otra cara de la dicha Revolución. Las prohibiciones ridículas que llegaban a anatemizar incluso las melenas masculinas, las persecuciones crueles e inhumanas por las que tuvieron que pasar intelectuales y artistas que se oponían a la nueva dictadura, las ejecuciones injustas y teatrales capitaneadas por el líder de la Revolución, el hambre de un pueblo obligado a trabajar como esclavo para un regimen totalitario. En fin, la muerte del espíritu cubano, vedado de imaginar y soñar una tierra distinta.

De ese libro quiero copiar tan sólo unas líneas fuertes y desgarradoras:
Pero lo más impresionante de todo era cuando uno de aquellos, a los que habíamos contado nuestros horrores, volvía a Occidente. Aquella persona se convertía ante nosotros en una especia de ser mágico por el solo hecho de poder coger un avión y salir de aquella isla; salir de aquella prisión. (...) Pero nosotros nos quedábamos allí y hacíamos una larga cola para tomar la guagua en que regresaríamos a La Habana, mirándonos con nuestras telas rústica y nuestra piel chamuscada por el sol y la falta de vitaminas. (Antes que anochezca, Barcelona: Tusquets, 2001)

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