La democracia no es sólo un concepto; según Dolores Oller, tenemos que buscar la forma de que esta vieja palabra esté cargada de futuro, de ilusión, pero sobretodo de esperanza. ¿Incluso cuando vivimos asustados por lo que vaya a pasar mañana? ¿Aún cuando vemos que todos los intentos de pacificación y diálogo no consiguen muchos frutos? ¿Esperanza en tiempos de crisis? Parece contradictorio hablar de democracia, tal como la estamos viviendo ahora, y junto a ella pensar en un futuro de esperanza e ilusión. El significado de la navidad podría ayudarnos un poco.
"No teman, porque yo vengo a comunicarles una buena nueva que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo." Lucas, uno de los cuatro evangelistas, nos relata así el anuncio que el ángel, enviado por Dios, transmite a unos pastores en una noche por demás estrellada. En esos tiempos el pueblo estaba viviendo sometido a un poder extranjero que lo oprimía, enfrentado por la violencia de grupos radicales que buscaban satisfacer sus demandas, y con una sensación de pesimismo porque pensaba que hasta Dios lo había abandonado. Cuánto más ahora estamos necesitados de una noticia, buena y nueva, que nos traiga alegría a todos.
En medio del caos, el pueblo de Israel sabía lo que estaba esperando, y lo deseaba con toda sus entrañas: un salvador, el Mesías. El anuncio del ángel continúa con la proclamación de la buena nueva: "Hoy ha nacido para ustedes en la ciudad de David un Salvador que es Cristo Señor." Por fin, Dios escuchó los ruegos de su gente y se apiadó de ellos. El Mesías llegó, y con él las ilusiones renacieron. La primera navidad trajo consigo, envuelta en papel de regalo, la posibilidad de soñar en un mundo mejor, más justo y más humano. Después de dos mil años todavía buscamos ese regalo escondido; es cosa de descubrirlo nuevamente y dejarnos inundar por la promesa que el ángel anunció a esos pastores de Belén.
Dios se encarnó en el pueblo haciéndose parte de su historia como uno más. Jesús, el Dios hecho niño, está entre ellos, esperando ser descubierto. Para que la búsqueda de los pastores no sea infructuosa, y para evitar el peligro del engaño, el ángel dio una pista importante: "En esto lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre." Sí, es un bebé. El libertador no viene a caballo, rodeado de esplendor, ni cargado de armas y riquezas; está acostado en un pesebre y envuelto tan sólo en pañales. Ni siquiera es un niño nacido de princesa ni señora de alta sociedad, no está en una cuna ni en un hospital, tampoco su nacimiento ha sido motivo de noticia sino para unos cuantos cuidadores de ovejas. Y es ahí, en medio de esa pobreza y sencillez donde se encuentra la salvación. Nosotros tampoco nos dejemos engañar, la verdadera promesa de futuro, ilusión y esperanza no está en los cantos triunfalistas ni en las promesas demagógicas, no está en la división ni el enfrentamiento. Dios se ha hecho hombre en Jesús, el camino, la verdad y la vida. Busquemos en medio del pueblo, del auténtico resto de Israel; busquemos en los pesebres y entre los pañales.
Sin caer en las frases vacías y de tarjeta, oremos todos juntos para que esta Navidad pueda ser noticia y signo de un futuro lleno de esperanzas para todos los bolivianos y bolivianas.