viernes, diciembre 28, 2007

Entre pañales lo encontraran


La democracia no es sólo un concepto; según Dolores Oller, tenemos que buscar la forma de que esta vieja palabra esté cargada de futuro, de ilusión, pero sobretodo de esperanza. ¿Incluso cuando vivimos asustados por lo que vaya a pasar mañana? ¿Aún cuando vemos que todos los intentos de pacificación y diálogo no consiguen muchos frutos? ¿Esperanza en tiempos de crisis? Parece contradictorio hablar de democracia, tal como la estamos viviendo ahora, y junto a ella pensar en un futuro de esperanza e ilusión. El significado de la navidad podría ayudarnos un poco.

"No teman, porque yo vengo a comunicarles una buena nueva que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo." Lucas, uno de los cuatro evangelistas, nos relata así el anuncio que el ángel, enviado por Dios, transmite a unos pastores en una noche por demás estrellada. En esos tiempos el pueblo estaba viviendo sometido a un poder extranjero que lo oprimía, enfrentado por la violencia de grupos radicales que buscaban satisfacer sus demandas, y con una sensación de pesimismo porque pensaba que hasta Dios lo había abandonado. Cuánto más ahora estamos necesitados de una noticia, buena y nueva, que nos traiga alegría a todos.

En medio del caos, el pueblo de Israel sabía lo que estaba esperando, y lo deseaba con toda sus entrañas: un salvador, el Mesías. El anuncio del ángel continúa con la proclamación de la buena nueva: "Hoy ha nacido para ustedes en la ciudad de David un Salvador que es Cristo Señor." Por fin, Dios escuchó los ruegos de su gente y se apiadó de ellos. El Mesías llegó, y con él las ilusiones renacieron. La primera navidad trajo consigo, envuelta en papel de regalo, la posibilidad de soñar en un mundo mejor, más justo y más humano. Después de dos mil años todavía buscamos ese regalo escondido; es cosa de descubrirlo nuevamente y dejarnos inundar por la promesa que el ángel anunció a esos pastores de Belén.

Dios se encarnó en el pueblo haciéndose parte de su historia como uno más. Jesús, el Dios hecho niño, está entre ellos, esperando ser descubierto. Para que la búsqueda de los pastores no sea infructuosa, y para evitar el peligro del engaño, el ángel dio una pista importante: "En esto lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre." Sí, es un bebé. El libertador no viene a caballo, rodeado de esplendor, ni cargado de armas y riquezas; está acostado en un pesebre y envuelto tan sólo en pañales. Ni siquiera es un niño nacido de princesa ni señora de alta sociedad, no está en una cuna ni en un hospital, tampoco su nacimiento ha sido motivo de noticia sino para unos cuantos cuidadores de ovejas. Y es ahí, en medio de esa pobreza y sencillez donde se encuentra la salvación. Nosotros tampoco nos dejemos engañar, la verdadera promesa de futuro, ilusión y esperanza no está en los cantos triunfalistas ni en las promesas demagógicas, no está en la división ni el enfrentamiento. Dios se ha hecho hombre en Jesús, el camino, la verdad y la vida. Busquemos en medio del pueblo, del auténtico resto de Israel; busquemos en los pesebres y entre los pañales.

Sin caer en las frases vacías y de tarjeta, oremos todos juntos para que esta Navidad pueda ser noticia y signo de un futuro lleno de esperanzas para todos los bolivianos y bolivianas.

martes, diciembre 18, 2007

Escenas que agitan el corazón



  1. Unos par de ojos negros envueltos en finas y largas pestañas; una lágrima, sólo una, desciende lentamente por la mejilla de la mujer amada. Se detiene a mitad del camino, brilla, y un pañuelo blanco la recoge para guardarla en el recuerdo del amado.

  2. Una flor olvidada entre las hojas de un viejo cuaderno de poesía; después de muchos años, un niño la encuentra al revisar los libros viejos del abuelo.

  3. Un joven, parado en uno de los ventanales del aeropuerto, observando un avión que acaba de partir. Agitando la mano en señal de despedida; y en el bolsillo del pantalón, una declaración de amor jamás entregada.

  4. Una anciana, en la sala de la casa, sentada en su mecedora, rodeada de sus hijos y algunos de sus nietos. Es San Juan, la señora dormita, y deja entrever que una sonrisa se apodera de su arrugado rostro. Ellos ven la televisión, ella recuerda.

  5. En Nochebuena, un niño, en su habitación, pelea con el sueño. Intenta permanecer despierto hasta el momento especial. Estrenando pijama, abrigado, dormita; un ojo cerrado y el otro entreabierto.

  6. Una muñeca sin ojos; un soldado de plomo despintado; un peluche manchado de barro; un automóvil a escala con tres ruedas; un payaso extraviado en un rincón; una cuna arrinconada en el depósito; un parque infantil vacío… Entre otras cosas.

  7. Un bebé dormido. Con una mano sostiene su biberón, con la otra el dedo pulgar de su padre.

  8. Después de veinte años, en una fiesta de aniversario, uno vuelve por primera vez al colegio. Se le ocurre visitar la última aula en la que estuvo antes de graduarse. Se acerca al pupitre que ocupaba y en el tablero de la mesa todavía permanece grabado y su nombre y el de su amor platónico.

  9. Un papá el día del cumpleaños de sus hijos. Los titiriteros contratados no llegaron. Para salvar la situación decide ponerse una pelotita roja en la nariz y animar la fiesta.

  10. La llegada de un amigo. Es viernes, diez de la noche, llueve a cántaros, llaman a la puerta insistentemente. Tenemos que levantarnos de la cama para ir a ver quién es. De pronto, él está parado ahí, son su paraguas y una botella de vino.

miércoles, noviembre 21, 2007

Cosas que agradan a la gente


Las personas somos muy complicadas, y a lo largo de nuestras vidas nos vamos complicando aún más. Sólo eso explicaría que nos agraden las cosas que nos agradan. Por ejemplo, las cosquillas nos arrancan sonrisas, más aún si nos las hacen con una pluma regalada por un colibrí en medio de su mejor vuelo; el éxtasis llega cuando son las uñas, delicadamente cuidadas, de una mujer que por la mañana trabaja de repostera, las que nos acarician. Son doblemente significativos, y nos agradan mucho, los cariños recibidos de la mano que exactamente hace un año tomamos por primera vez.

Es muy sencillo y a la vez muy difícil hacer que la gente se sienta bien. A veces basta ver pasar, justo al mediodía, bajo un cielo limpio y un sol radiante, a una muchacha joven con un vestido de flores amarillas, mientras nos pica la oreja izquierda. O cuando, en la calle, en medio de un par de pensamientos que nos han estado rondando la cabeza todo el día, observamos un taxi blanco con la puerta trasera mordiendo la punta del abrigo café de una señora cincuentona que el viento mueve como a una hoja seca. Ni que decir si estamos parados debajo de las ramas de un frondoso árbol esperando a alguien que nos prometió llegar temprano, y de pronto sentimos que unas pocas gotas de lluvia caen pausadamente anunciando una gran tormenta; nosotros seguimos parados, seguimos esperando, y, en medio del diluvio, vemos que se acerca la amiga más bonita que tenemos, toda mojada, con el cabello ondulado y una sonrisa inexplicable.

En una sala de maternidad, una tarde de verano, un bebé que al nacer prematuramente es recibido por los brazos de un médico recién casado, y al lado suyo, una enfermera enamorada platónicamente contempla la escena componen un cuadro muy lindo. Las imágenes repletas de niños son otra fuente de agrado para todos: por la tarde, en un parque relativamente pequeño, todos ellos van vestidos con camisetas de colores, pantalones de mezclilla y zapatos muy pequeños enterrados en la arena, unos están saltando, otros corriendo, algunos caminando de manos y uno, el menor de todos, dormido a la sombra del resbalín.

Pequeños detalles son los que nos hacen agradable la vida. Por la mañana, muy temprano, si recién levantados de la cama encontramos en la mesa del comedor una taza de café caliente con dos cucharillas de azúcar, un par de tostadas untadas con mantequilla y un poco de mermelada de limón el ánimo se nos levanta de inmediato. También nos agrada mucho caminar, sobre todo si es jueves de luna llena, en octubre, y estamos solos en la ciudad. Y si encontramos en la calle un sobre color crema sin ninguna otra seña, y dentro de él una tarjeta con un beso de labios de mujer estampado en rojo encendido podremos sentirnos dichosos.

Éstas son sólo algunas de las cosas que agradan a la gente. La vida esta rebalsando de ellas, las encontramos en cada vuelta de esquina y de memoria. Lo difícil es tener la paciencia para buscarlas y el tiempo para detenerse en contemplación ante ellas. Las cosas que nos agradan están ahí, esperando ser descubiertas, es muy agradable e importante poder hacerlo. Lo esencial es saber que, por encima de todo, lo que más le agrada a la gente, es sentirse querida.

domingo, noviembre 11, 2007

De viajeros a ilegales


Me gusta viajar, creo que a la mayoría le gusta hacerlo, sobre todo si se trata de un viaje de placer, de esos que sirven para descansar, pasear y recargar el ánimo. Dependiendo de los destinos y las condiciones se puede viajar en avión o en tren, por carretera y hasta en barco, sin olvidar los tradicionales viajes a pie. Para un buen viaje hace falta una buena preparación, esto incluye desde el escoger la maleta según los días que estaremos fuera hasta seleccionar ropa y algunos artículos personales. No se debe olvidar la planificación de la estadía, dónde nos hospedaremos, qué lugares se visitarán, qué recuerdos traeremos para amigos y familiares, etc. En fin, viajar es todo un ritual que nos permite vivir experiencias nuevas y distintas, nos pone en contacto con personas y lugares que enriquecen nuestro espíritu y nuestra percepción sobre la vida.

Pero es otro el tipo de viaje del que queremos ocuparnos ahora. Muchos hombres y mujeres se ven obligados a salir de su tierra para buscar otra con mejores oportunidades, personas que viajan cargadas de esperanzas y miedos dejando atrás su historia, sus familias y sus frustraciones. Estos viajeros han sido llamados “migrantes”, y en algunos países “ilegales”. Quién hubiera pensado que incluso la condición de viajero podía convertirse en delito; a este paso no será raro que, también, en un futuro, el tener hambre y no poder alimentar a una familia o el sueño de una vida mejor adquieran la misma categoría.

Quizás se hace necesario recordar que la condición migrante ha acompañado al hombre desde sus orígenes. Nuestros antepasados africanos, los primeros homínidos de los que tenemos noticias, buscando mejores condiciones de vida, salieron de su territorio y se expandieron por todo el mundo. Las grandes migraciones han sido parte de la historia del hombre; el éxodo de los judíos persiguiendo el sueño de la tierra prometida, aquel lugar donde manaba la leche y la miel, es la mejor metáfora de la condición humana. Siempre hemos estado corriendo detrás de nuestros sueños, sin importar cuán lejos estén.

La búsqueda de mejores condiciones de vida ha sido el elemento más importante para que el hombre se traslade de un territorio a otro. Éste sigue siendo el principal motivo de las actuales migraciones. En algún momento de la historia América fue el lugar que recibió a personas del resto del mundo ofreciéndoles nuevas oportunidades; europeos, asiáticos, incluso africanos se beneficiaron de la posibilidad. En otro momento Estados Unidos se convirtió en otro de los paraísos prometidos, “the american way of life” fue el gran sueño. Ahora la gente prefiere ir a Europa para poder participar de la bonanza que allá se vive.

Viajando, el ser humano siempre estuvo viajando. Aunque parece que muchas veces no queremos reconocer esta condición nuestra y por eso le cerramos la puerta en la cara al que viene necesitado de ayuda, no dejamos que el pobre se alimente con las sobras que dejamos caer de nuestras mesas. Dios quiera que la próxima vez que preparemos maletas no sea para abandonar nuestra tierra buscando trabajo, que el hambre de nuestras familias no sea la motivación, que las puertas que vayamos a tocar no estén cerradas, y peor aún, que no pasemos a ser considerados ilegales.

sábado, noviembre 03, 2007

¿Cuán discriminadores somos?


Eduardo S. tiene 17 años. El último regalo que recibió fue su nueva pelota. Spiderman es su personaje favorito. En cuestión de música prefiere las canciones románticas porque sus letras son fáciles de memorizar. Va todos los domingos al zoológico, le encantan los animales. Él es un joven como cualquier otro, sólo que su mente se detuvo a los seis años. Eduardo es una persona con discapacidad.

¿Por qué a nosotros? ¿En qué hemos fallado? ¿Qué vamos a hacer ahora? Son tres de las cientos de preguntas que rondaban día a día la cabeza de sus padres. Es difícil aceptar que a uno le nazca un hijo con algún tipo de problema. Tiene que haber todo un proceso que rompa estructuras, que permita aceptar la discapacidad como algo familiar y querido, la vida cotidiana adquiere nuevas perspectivas, los corazones crecen y la capacidad de amar explota en todas sus dimensiones.

Se obró un milagro gracias a este niño. La familia se convirtió en un hogar capaz de acoger la diferencia, de aceptarla y de amarla. Sus padres viven para él y para ayudar a otras personas que se estén enfrentando a situaciones similares. Eduardo se encuentra estudiando en un instituto para personas con retraso mental. Sabe leer y escribir, conoce la ciudad y puede movilizarse relativamente por ella, le gusta trabajar con madera, cortarla, darle formas, pintarla y poder realizar sus propios juguetes; su cuarto está lleno de patitos tallados pintados de amarillo, un tren con vagones enlazados, maderitas con formas geométricas pintadas de vivos colores para poder construir lo que su imaginación crea, dibujos, muchos dibujos y en la cabecera de su cama la foto de su último cumpleaños.

Dicen que la familia es el reflejo de la sociedad; ojalá fuera así. Lamentablemente la nuestra no está preparada para aceptar y menos para convivir con personas diferentes. Hay una desinformación sobre el manejo de la diferencia que se traduce en discriminación, intolerancia, racismo, xenofobia, etc. Todo aquello que es distinto nos produce miedo y rechazo. Nuestra sociedad está llena de barreras físicas, culturales y mentales que tienen que ser superadas.

Eduardo, a sus 17 años, es una de las más de ochocientas mil personas con discapacidad en el país. El día en que estas personas puedan caminar por las calles y la gente no se dé la vuelta para observarlas, aunque sea disimuladamente; el día que gente como Eduardo pueda ingresar a un colegio cualquiera o a una universidad sin el temor a la burla, al rechazo o a la incomprensión por parte de alumnos y profesores; el día en que ellos puedan acceder a oportunidades reales de trabajo que les permitan autosostenerse de manera independiente; el día en que cuenten con un seguro de salud para acompañar sus procesos; el día en que tengan la oportunidad de poder desarrollar diferentes actividades; que exista una posibilidad de jubilación que reconozca su trabajo y aporte a la comunidad; ese día habremos superado, como país y como sociedad, la barrera que nos separa y nos tapa los oídos para no escuchar el grito de dolor del otro, de aquel ser humano que se encuentra viviendo en situación de injusticia, de sufrimiento y abandono. Cuando seamos capaces de asumir la vida de nuestros semejantes como responsabilidad nuestra seremos auténticos seres humanos.

miércoles, octubre 17, 2007

Luis Espinal, compromiso democrático

Democracia, y ya son 25 años. Con aciertos y con errores, con festejos y también con lágrimas. Lo importante es que siempre luchando por defender la libertad. Democracia joven, democracia maltratada, democracia querida, los bolivianos la escogimos para vivir. Octubre es el mes del aniversario, el mes de la memoria de hechos y personajes sin los cuales ahora no estaríamos de fiesta. La lista de protagonistas es amplia, encabezada por un pueblo con vocación de libertad, en ella encontramos políticos dignos de ese nombre, verdaderos líderes sindicales, mujeres valientes, jóvenes soñadores y también religiosas y religiosos comprometidos con el pueblo. Entre ellos, un nombre que me es muy querido: Luis Espinal Camps. Jesuita, comunicador, sacerdote, cineasta, profeta, demócrata y mártir. Luis Espinal, hombre de Dios, hombre del pueblo y hombre de altar.

HOMBRE DE DIOS. Luis Espinal lo fue. No por el hecho de ser sacerdote, sino por asumir con seriedad y valentía su compromiso cristiano. Sólo así se comprende que haya llegado al extremo de dar la vida por ese Reino prometido al pueblo, el lugar donde nadie sea explotado para que otros vivan mejor, donde los pobres, los sufridos y los desgraciados son los más importantes. Sólo de Dios pudo sacar la fuerza para luchar contra el antirreino de injusticia, de corrupción, de violencia y de muerte que le tocó enfrentar. Lucho dio su vida por fidelidad al Evangelio, a la Buena Noticia que nos trajo Dios haciéndose uno más entre los hombres. Espinal, con su muerte, devolvió la credibilidad al mensaje de Cristo, a su causa y a su lucha.

HOMBRE DEL PUEBLO. Lucho entregó su vida por el pueblo, su amor era así de grande. Su compromiso de fe se hizo compromiso de justicia porque entendió que no podía existir divorcio entre ambos. Fue asesinado por fidelidad a ese pueblo; por ser la voz de los que no la tenían porque estaban silenciados a punta de fusil y bota militar. Con su muerte, Espinal terminó de ponerse de su parte; le dio esperanzas sobre la cercanía del Reino, sobre la opción divina por ellos. Apasionado por la vida, supo gastarla hasta que los dueños del poder se la quitaron.

HOMBRE DE ALTAR. No basta con tener los pósteres ni el libro de las Oraciones a quemarropa. No basta con ir a la romería, a la misa aniversario ni a los conciertos homenaje. No basta con hacer de su pensamiento un lema repetido de memoria. Su asesinato exige frutos. Exige que asumamos las causas del pueblo que de tan humanas son divinas. Exige que estemos dispuestos a seguir la misma suerte de Jesús, de Espinal y de tantos otros mártires. Que el Lucho subido por muchos a los altares no se quede inmóvil e inofensivo. Que esté ahí para interpelar nuestras vidas, muchas veces estériles y sin compromiso. Que sea un recuerdo de defensa de libertad para los bolivianos y de responsabilidad con la gente para los gobernantes. Que el mensaje de Espinal no pierda la fuerza y la provocación, que no se vuelva discurso oficial, que siga punzando, que siga siendo molesto para los acomodados y alejados del pueblo.

Lucho, sigue gritando para que convirtamos nuestros corazones de piedra. Que tu valentía nos dé el coraje para decir con Pedro Casaldáliga: “Seguiremos cantando la liberación… aunque nos cueste la vida”.

lunes, octubre 08, 2007

Hacen ya cuarenta años

Hace cuarenta años, en la quebrada del Yuro, Santa Cruz, fue derrotado en combate el guerrillero Ernesto “Che” Guevara, al día siguiente de su captura fue ejecutado. El ahora mítico “Che” vino a Bolivia queriendo iniciar un proceso de violencia armada para expandir la revolución cubana a todo el continente latinoamericano. Tras el paso violento por algunos cargos en el nuevo gobierno de Cuba, Guevara se trasladó al Congo Belga con propósitos militares. Después del fracaso de un intento de revolución en el país africano, el “Che” llegó a Bolivia para organizar un movimiento armado. La guerrilla de Ñancahuazú tampoco prosperó; el ejército boliviano logró desarticular al grupo de guerrilleros. Éstos no pudieron conseguir la adhesión de los campesinos, tampoco el apoyo de los partidos de izquierda del país. Guevara y sus hombres se apuntaron un fracaso político y militar.

Después del combate, de los enfrentamientos, de los muertos, de la memoria de esos hechos históricos llegan los actos cívicos. Dentro de ellos caben muchas preguntas. ¿Quién merece los homenajes? ¿Los guerrilleros que lucharon y los que murieron tratando de instaurar los ideales en los que creían firmemente? ¿Tal vez los soldados bolivianos que combatieron contra un grupo armado defendiendo la Constitución y la soberanía del país? ¿O serán todos juntos los que merecen ser recordados? ¿Quiénes son los verdaderos héroes?, si es que los hubo.

Recordando los cuarenta años de los hechos de Ñancahuazú, se preparó un homenaje a Ernesto “Che” Guevara en la población de Vallegrande; pero también se organizaron actos conmemorativos en las guarniciones militares para festejar la victoria del ejército y para recordar a los cincuenta y cinco soldados bolivianos muertos en combate.

El Presidente de la República, don Evo Morales Ayma decidió asistir al homenaje en Vallegrande, con lo cual no participó en ninguno de los actos de las Fuerzas Armadas. Sabemos que la máxima autoridad del país, por su ideología política, está muy ligado al pensamiento y a la figura del guerrillero argentino-cubano; pero es importante recordar que, en su condición de mandatario de la nación, el señor Morales es también Capitán General de las FFAA. Las decisiones que tome o deje de tomar ya no son sólo personales; él es una figura pública, representa a un país, y sus actos tienen carácter político, y en este caso militar.

Cuarenta años después. Supongo que los seguidores del “Che” Guevara se sintieron muy orgullosos de contar con la presencia del Presidente de Bolivia y los embajadores de Cuba y Venezuela en los actos organizados para recordar la muerte del guerrillero. Supongo también que los oficiales, suboficiales y la tropa de las Fuerzas Armadas del país sintieron la ausencia de su Capitán General. Con todo el simbolismo que despierta la figura de Ernesto “Che” Guevara, con el respeto y la admiración que me merecen los ideales por los que peleó, creo que el señor Morales es, ante todo, Presidente de la República, y, en segundo lugar, seguidor de tal o cual postura ideológica. Como ciudadano boliviano, sin ánimo de caer en chauvinismos, me siento mal representado e indignado por la actitud de nuestra máxima autoridad.

sábado, septiembre 29, 2007

Y pensar que hemos evolucionado

Hace poco tiempo un amigo decidió morir, ingirió raticida, los porqués salen sobrando; él fue uno de tantos que a diario pierden la esperanza de vivir. Otros siguen en la lucha, mi amiga está trabajando de prostituta en Europa para poder mandar algo de dinero a sus tres hijos; el padre de los niños los abandonó hace mucho tiempo, el paradero actual del señor es desconocido. Como ella muchos otros siguen dejando el país en busca de un futuro mejor, los migrantes asustan, han pasado a ser ilegales; Manuel Zelaya, presidente de Honduras, hace algunos días, denunció ante la ONU que las fronteras están abiertas para los productos, no para los seres humanos. La persona está devaluada, a un par de kilómetros de la ciudad de Cochabamba visité una familia a la que acababa de morírsele uno de sus bebés por deshidratación. En pleno siglo XXI siguen dándose casos parecidos, cada día me llegan al correo electrónico entre dos y tres presentaciones en power point sobre los desastres mundiales, el hambre de los niños tercermundistas y las víctimas de la violencia. Lo peor de todo es que los más desvalidos son los que más sufren, aun así se intenta defender, como si fuera un derecho, el asesinato de niños que no han llegado a nacer. Un clima violento de inseguridad nos persigue, la familia ya no es un referente para los adolescentes actuales. Los jóvenes ya no quieren casarse, han dejado de soñar en un proyecto de pareja como posibilidad real. Quizá el futuro no deja entrever esperanzas, la guerra sigue trayendo, diariamente, más y más dolor a cientos de familias. Millones de dólares utilizados para asesinar personas, y en el mundo miles mueren de hambre, textualmente, de hambre. ¿Hasta cuándo la pobreza será un mal endémico?, y mientras tanto una escudería de Fórmula 1 paga una multa de cien millones de dólares sin inmutarse. Y pocos son concientes de la muerte de personas por falta de medicinas, Bolivia está considerada como PPME (País Pobre Muy Endeudado). Noto que la cantidad de mendigos aumenta en las calles, y nos quieren vender el cuento de la capitalidad como el verdadero problema del país. A veces conviene cerrar los ojos y taparse los oídos o quedarse cómodos en casa, el sufrimiento no está oculto ni los gritos de dolor son silenciosos. El niño africano con más huesos que piel, la mujer musulmana excluida por el machismo y la religión, el homosexual motivo de burlas y agresiones, la gente con discapacidad que no termina de ser aceptada por la sociedad excluyente, nuestro vecino al que no conocemos y mi hermano a quien no hablo desde hace mucho están sufriendo. La viuda con sus dos únicas monedas, el migrante que se atrevió a soñar en una tierra no prometida, el huérfano abandonado y olvidado, la enferma de sida aislada y sola, el mendigo de los 20 centavos acalla conciencias y la niña que trabaja mientras su infancia se le escapa de las manos son un reclamo vivo. El suicida que perdió la esperanza, la mujer insultada, golpeada y violada, el soldado obligado a matar y también a morir, el drogadicto esclavo de su vicio y el hambriento cansado de comer sobras están gritando de dolor.

Estas personas, sus historias y sus actos no figuran en ningún libro de ficción, tampoco los he inventado; me ha tocado vivir en su tiempo, junto a ellos.