miércoles, diciembre 24, 2008

Más allá del dedo está la luna


Cuenta Sócrates que cierta noche, Tales de Mileto, el filósofo de las estrellas, mientras caminaba contemplando el cielo, tropezó y cayó a un pozo; una muchacha tracia que pasaba por ahí se burló de él ya que pretendía conocer lo que había en el cielo, pero no se fijaba en lo que tenía delante de sus pies. Esta anécdota ha servido para burlarse de las personas que viven en filosofía, de aquellos que intentan ver más allá de lo evidente o lo inmediato, de los que se animan a ir un poco más lejos.

Otros personajes famosos por andar mirando el cielo y las estrellas, muy a propósito del tiempo navideño en el que estamos sumidos, son los Reyes Magos, personajes infaltables en las reproducciones del nacimiento que se acostumbran armar por estas fechas. De ellos sabemos muy poco, la tradición popular cristiana nos dice que fueron tres: Melchor, Gaspar y Baltasar; que venían de Oriente, siguiendo una estrella, en búsqueda del rey de los judíos que había nacido en Jerusalén; al final, gracias a un sueño, lo encuentran tendido en un pesebre en Belén; cada uno le ofrece un valioso regalo: mirra, incienso y oro. Las páginas de la Biblia no dicen que fueran tres, ni que hayan sido reyes, ni tampoco magos; en ellas se hace mención a la llegada de unos Sabios de Oriente que preguntan por el rey recién nacido al que venían a adorar. Más allá de los datos precisos, sabemos que los relatos terminan contando que, felices por haber concluido el viaje encontrando al Mesías, emprenden el retorno a sus tierras, desapareciendo del horizonte de la historia judeocristiana. La figura de estos tres hombres ha dado lugar al nacimiento de numerosas tradiciones y costumbres, por ejemplo el atribuirles la tarea de la entrega de regalos a los niños que se portan bien.

La anécdota de Tales de Mileto nos invita a no detenernos en las distracciones del camino, a soñar levantando los ojos hacia un horizonte infinito, a descubrir aquello que sobrepasa lo obvio. La historia de los Reyes Magos nos habla sobre la importancia de estar atentos a los signos de los tiempos: reconocer las estrellas que nos guían hacia la verdad; de estar dispuestos a dejarlo todo cuando descubrimos el tesoro que no tiene precio; y, sobre todo, a ser capaces de mirar más allá de lo aparente, descubriendo entre los pañales y el pesebre al verdadero rey.

A nosotros nos queda no atemorizarnos por el viaje o por el peligro de caer al pozo; animarnos a llevar la mirada, y con ella las expectativas, los sueños y los deseos, lo más lejos posible; aprender a descubrir el lado positivo de la vida. Como les pasó hace dos mil años a esos Sabios de Oriente, hoy nos encontramos con una realidad no muy prometedora (un niño envuelto en pañales dentro de un pesebre); de nosotros depende quedarnos con esa imagen y ponernos a llorar por el aparente fracaso de la empresa, o por el contrario ver que más allá de lo que tenemos delante de nuestros pies se abre un mundo infinito de esperanzas. Como Tales de Mileto o como los Reyes Magos, seamos capaces de ir siempre más allá de lo evidente, de ver a Dios recostado en el pesebre y envuelto en sucios pañales.

Una última anécdota para justificar el título de esta columna: Se cuenta que Confucio solía decir que cuando el sabio señala la luna, el necio se queda mirando el dedo.

viernes, diciembre 05, 2008

¿Por qué no te callas?, Cardenal


El Estado garantiza a las bolivianas y los bolivianos el derecho a la libertad de expresión, de opinión y de información, a la rectificación y a la réplica, y el derecho a emitir libremente las ideas por cualquier medio de difusión, sin censura previa” (El resaltado es nuestro).

Así reza, en su artículo 106, el proyecto de Constitución del MAS, salido del cuartel de La Glorieta; así también se desdice cuando actúa contra los que piensan y se expresan distinto. Bien quisiera el gobierno que todas las opiniones vertidas le sean favorables, éstas sí estarían autorizadas y gozarían de la garantía de “libertad de expresión” que marca la ley. Pero, las actitudes y los hechos que han caracterizado el proceder de Palacio nos han ido demostrando una triste realidad: existe una prohibición tácita a disentir con el poder actual, bajo pena de sufrir acusaciones nunca demostradas, intimidaciones cobardes, impunes agresiones físicas y verbales, amenazas de toda índole, y una larga cadena de etcéteras.

El cardenal Julio Terrazas encarna el ejemplo del tipo de “libertades” que nos están tocando sufrir. Las declaraciones del Presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana incomodan al gobierno porque desenmascaran su actuar y desmienten las bombas de humo que lanza a diestra y siniestra para distraer la atención sobre los verdaderos problemas que aquejan al país. Fruto de su incomodidad, algunos jerarcas del gobierno, porque también los hay, han salido a atacar y acusar, como ya se va haciendo costumbre, al Arzobispo de Santa Cruz. Le piden, en pocas palabras, que se dedique a rezar y no se meta en política; como si el bien común no fuera preocupación de todos. De la misma manera, se podría pedir al gobierno que se dedique a los temas que le corresponden, como el desabastecimiento de carburantes, el incumplimiento de contratos con otros países o la política económica que está a punto de caer rendida, antes de estar gastando su tiempo y energías en desprestigiar a la Iglesia (tema que no le corresponde) que ha venido coadyuvando desde siempre en responsabilidades que competen al Estado pero que éste no logra cubrir como la educación y la salud. A Monseñor Terrazas, también se le ha pedido que deje la cruz de Cristo para dedicarse a la política (¿?); la ignorancia es atrevida y esta petición olvida que a Cristo lo juzgaron y lo mataron por “hacer política”, por llamar “zorro” al rey Herodes, por enfrentarse a los líderes político-religiosos de su pueblo, por luchar siempre al lado de la verdad. Al final de cuentas, las reacciones venidas del poder son las que corresponden a los regímenes como el que tenemos.

Mientras el gobierno, que proclama a los cuatro vientos su Revolución Democrática y Cultural, decreta estado de sitio, secuestra a activistas, militariza las instituciones, colecciona confinados, persigue a dirigentes cívicos, posesiona a un prefecto militar; mientras tanto, el periódico español El país, conocido por su anticlericalismo, destaca al cardenal boliviano como uno de los 100 líderes más influyentes en el mundo. Ya dice la sabiduría popular, y el evangelio mismo lo pone en boca de Jesús: “Nadie es profeta en su tierra”, y menos con una constitución que no se la pretende cumplir ni por si acaso, en los temas que no sean de conveniencia gubernamental.

martes, noviembre 11, 2008

A ellos les debo mi desconfianza



No quiero quedar indiferente ante las diversas categorías que se han ido creando para clasificar al género humano; yo también quiero contribuir con mi grano de arena. Entre tantos tipos de personas, existen unas que le hacen mucho daño a la sociedad; no porque maten o dañen físicamente a sus semejantes, sino porque nos hacen perder la confianza en los demás, en sus actos y en sus palabras. Encuentro tres tipos principales de esta clase de gente:


Los prestatarios:
A todos nos ha pasado que alguna vez en la vida nos han pedido prestado algo, desde un libro hasta algo de efectivo. Por lo general, la mayoría de estas solicitudes se reducen a pequeñas cosas o ínfimas cantidades de dinero; pero son éstas ridiculeces las que casi nunca retornan a las manos de sus propietarios. Unas monedas para el pasaje porque no se tienen sueltos a la mano, un libro que promete ser devuelto en un par de semanas, un disco de música para hacer una copia, una película para verla el domingo con la familia, etcétera, etcétera; la cantidad de objetos perdidos en préstamos puede alargarse hasta el infinito. De estos prestatarios, algunos realmente olvidan devolver lo prestado; pero otros han hecho de estos pequeños pedidos una manera de hacerse cosas fácil y disimuladamente. Aunque no es la solución, cada vez presto menos y guardo mejor lo poco que tengo.

Los del cuento del tío:
Las horas pico son fatales para el tráfico; uno las sufre en carne propia cuando tiene que movilizarse por la ciudad, mientras otros las aprovechan para engañar. Dentro de un bus o micro alguien deja caer un montón de lápices y demás chucherías a la espera de una persona de buena voluntad. No pasa mucho tiempo sin que algún pasajero se comida a ayudar a la pobre persona en apuros. Entre ambos levantan todas las pertenencias, se miran, sonríen, se agradece y ya. Casi de inmediato, el individuo que ha hecho caer sus cosas baja de la movilidad; mientras que su colaborador comienza a buscarse la billetera en todos sus bolsillos. En el trajín de ayudar a recoger los objetos caídos le han robado. Ésta una de las tantas historias utilizadas para robar. Por eso, cada vez me detengo menos cuando voy por la calle y alguien me intenta hablar.

Los demagogos:
Siempre han existido, pero de un tiempo a esta parte los siento más cercanos. Se aferran a discursos incuestionables; pero siempre tienen intenciones escondidas. Mediante sus frases cliché y sus ideologías encorsetadas quieren manipular conciencias y ordeñar corazones. Viven de mentiras que intentan creérselas día a día. Imponen sus modelos a los demás porque se creen dueños de la verdad. Lo peor de todo es que se valen de otros, sobre todo de los menos favorecidos, para buscarse ellos mismos. Los demagogos se intentan erigir como modelos, jueces y dioses de un mundo construido por ellos a su medida. En lo último que piensan es en los demás, aunque sólo de ellos saben hablar. Así es que cada vez más, cuando escucho hablar a alguien en nombre de los pobres y oprimidos de la tierra, aguzo los sentidos y acelero el paso.

Frente a estas reacciones mías, he llegado a una conclusión: No es que me esté volviendo egoísta, indiferente o derechoso; sucede simplemente que me estoy cansando de que me vean la cara de ingenuo y me tomen el pelo.

lunes, noviembre 03, 2008

¿Soy originario?

Este texto pertenece a un amigo ya ido. Por el cariño que le tengo y por lo actual de su reflexión lo pongo aquí:


¿Soy originario?
Por: Javier Baptista
De España llegaron el sauce y el pino,
zanahoria y cebolla, lechuga, ¡y el trigo!,
nardo perfumado, coloridas rosas,
jazmin fragancioso y alegres claveles.

Con alegres cantos fueron recibidos
por molles y jarcas, chilijchis y tarcos.
Hicieron gran fiesta locotos y papas.
El maíz aplaudió con sus grandes hojas.

De España llegaron austeros olivos,
manzanas y peras y sonoras nueces.
Llegaron naranjas, limas y limones,
variados duraznos y uvas deliciosas.

Fueron recibidos por las chirimoyas.
Vestida de fiesta bailó la kantuta.
Dando grandes saltos llegaron las paltas,
tumbos y pacaes, yucas y guayabas.

De España llegaron el burro y la vaca,
hermosos caballos y blancas ovejas.
Los gatos, los perros, bien originarios,
tenían parientes llegados de España.

También los conejos tenían parientes.
Se hicieron amigas la llama y la oveja.
Cantaron a coro tiluchi y canario,
y todos sabían que Dios los amaba.

De España llegaron hombres y mujeres,
huyendo del hambre, buscando trabajo,
Con originarios se dieron de palos,
pateando y gritando: "¡Ellos son los malos!

Los hombres peleaban. Nunca razonaban.
Buscaban razones para masacrarse.
No tenían tiempo para hacer preguntas
en sus corazones al Señor del cielo.

Sólo se acusaban y no perdonaban.
El que más gritaba: "¡Soy originario!,
nunca les hablaba ni en quechua ni aymara,
porque sólo hablaba la lengua opresora.

"¡Yo soy originario!", gritó un español,
"porque hablo quechua y también aymara.
Tengo ch'ulo y ch'uspa. Soy más boliviano
que cualquier mestizo que habla castellano".

Plantas y animales a Dios preguntaron:
"¿Yo soy extranjero? ¿Soy originario?"
Es pregunta absurda. Todos son hermanos.
Los aquí nacidos son originarios.


La página de origen es: http://javierbaptista.blogspot.com/2007/09/poesas.html

viernes, septiembre 19, 2008

De separatistas y separadores


(Dibujo de Al Azar)
De separatistas y separadores
por Homero Carvalho Oliva

Los separatistas hablan de una nación
Los separadores hablan de varias naciones
Los separatistas sueñan con un nuevo país
Los separadores sueñan con un antiguo país
Los separatistas fingen ser autonomistas
Los separadores fingen ser socialistas

Los separatistas son de extrema derecha
Los separadores son de extrema izquierda
Los separatistas se creen blancos arios
Los separadores se dicen indigenistas

Los separatistas pululan en las crisis
Los separadores también
Los separatistas violan las leyes
Los separadores también
Los separatistas son violentos y cínicos
Los separadores también
Los separatistas convocan a la guerra
Los separadores la anuncian cada día
Los separatistas nunca mueren en las guerras
Los separadores tampoco

Los separatistas aparentan que quieren la paz
Los separadores mienten ser de la cultura de la paz

Los separatistas son soberbios y petulantes
Los separadores son petulantes y soberbios

Los separatistas están en la media luna
Los separadores están en occidente
Los separatistas están incrustados en la oposición
Los separadores están incrustados en el gobierno del MAS

Los separatistas se creen más
Los separadores también
Los separatistas son unos cuántos
Los separadores también

Los países, cuando nacen, se sueñan a sí mismos como grandes naciones. En algún momento despiertan y construyen su sueño; parece que los bolivianos tuvimos un sueño muy prolongado que devino en pesadilla y nos hemos despertado desasosegados y confundidos. Es hora de serenarse y empezar a construir un país para que la sangre de nuestros muertos, de uno y otro lado, sea la savia que nutra el árbol de la nueva nación que nos merecemos.

Nosotros que no somos ni separatistas ni separadores, que somos país, que somos pueblo, que somos la nación, que somos el fruto del mestizaje; que no nos enoja que nos digan camba e’mierda ni colla e’mierda ni chapaco e’mierda; ni nos humilla que nos digan indios, ni mulatos, ni cholos, nosotros que somos Bolivia alcemos nuestras voces desde nuestras casas, desde el café, desde el bar, desde la plaza, desde la oficina, desde nuestros corazones y digamos que no los queremos ni a los separatistas ni los separadores. Digámosles que ya basta, que se calmen antes que los relocalizemos de nuestras vidas y se queden solos rumiando sus odios y sus rencores.

Hagámoslo por nosotros y por nuestros hijos que se merecen una sociedad mejor, un país mejor, una Bolivia mejor.

¿Usted está con nosotros o está con ellos?

sábado, septiembre 13, 2008

Próximo regreso/retorno/reesritura/revuelta/re...

Amigos todos,
Después de un autoexilio injustificado, pero necesario. Después de hanber recargado baterias, ordenado ideas. Después de ordenar afectos y dedicarle tiempo a uno y a las pasiones (las sanas, ojo). Después de todo eso, volvemos con artículoas; pero no sólo los oficiales, los que se publican, ahora también estarán los otros, los creativos,y también opiniones más concretas, más chiquitas, más personales y menos académicas.

Espero sigan acompañando estas líneas.

Un abrazo,

Raffo

lunes, junio 16, 2008

La quinceañera del presidente



Señor Presidente, ¿qué pasó con esos comentarios que hizo a cierta revista internacional y fueron publicados por uno de los diarios el pasado fin de semana? Me alegra, y me alivia, saber que usted no quiere eternizarse en la presidencia de Bolivia; pero eso de que quiera acabar su gestión con su katu de coca, su quinceañera y su charango es otra cosa. Por lo del charango creo que nadie se hace problema; lo del katu de coca es discutible; pero lo de la quinceañera, además de pésima ocurrencia, es una afirmación inadmisible, sobretodo cuando viene del primer ciudadano del país. Una muchacha de quince años es una menor de edad; la relación con ella no sólo es ilegal sino inmoral.

Dicúlpeme señor Presidente, pero no sé cómo entender esa frase. ¿En sentido metafórico?, no sabría decir de qué. ¿De la actitud donjuanesca de su Excelencia? En éstos y en aquellos tiempos, don Juan es una representación de la figura del perverso, en el sentido más psicoanalítico del término, figura para nada plausible y menos ejemplar. ¿Sólo como una broma y nada más? No se la acepto ni siquiera como broma, y menos viniendo de usted en su calidad de mandatario de Estado. ¿Cómo otra de las frases que se le suelen escapar? No es la primera, y estoy seguro que tampoco será la última, de sus frases malaventuradas; pero ésta lastima sensibilidades y ofende dignidades. ¿Con qué cara lo verán desde ahora padres y madres de quinceañeras? ¿Cómo tendrían que reaccionar ante actitudes como las suyas? ¿Cómo se siente cuando va por el mundo hablando de dignidad, de Derechos Humanos, de igualdad, de responsabilidad? ¿Y cuándo plantea a los pueblos originarios, a los cuales usted dice representar, como reserva moral de la humanidad? ¿Se animaría a decir lo mismo en esos foros internacionales que usted frecuenta? Señor Presidente, creo que tiene que asumir, de una vez por todas, la responsabilidad que traen consigo los cargos que ejerce; y tiene que darse cuenta que usted y sus discursos representan, querámoslo o no, a todo un país, a nueve millones de personas.

¿Qué esperaba, señor Presidente? ¿Qué admiremos lo “macho” que es? No, el machismo ni es una virtud ni se aplaude. La sociedad ya está cansada del paradigma del “macho” golpeador de mujeres, reproductor irresponsable, mujeriego e infiel ¿Quería que reconozcamos como hazaña que usted, a sus 48 años, es capaz de conquistar una niña-adolescente de quince? A esas personas se suele llamar “viejos verdes”, y no crea que es un piropo y menos un parámetro para demostrar la hombría o la virilidad; con esas actitudes sólo se revelan inseguridades, miedos e inmadurez.

Y no es que quiera sentar cátedra y dar un baño de moralidad aprovechándome de una de sus frases para “darle palo” porque soy k`ara, fascista, oligarca, neoliberal y no sé qué otros fantasmas suyos. Es que me parece vergonzoso, como ciudadano boliviano, que el presidente del país, rostro visible del mismo, en su afán de popularidad, se mandé frases tan cínicas. Ya el machismo es una costumbre que debe erradicarse por todo el daño que le hace a nuestra sociedad; pero la pedofilia, por ilegal e inmoral, no debe ser admitida ni siquiera en el discurso coloquial. Creo que una disculpa ante su pueblo, sobre todo hacia las mujeres del mismo, está reclamando su urgencia.

lunes, abril 28, 2008

Los Marqueses de Orinoca


Los dictadores, más allá de las circunstancias que los llevaron al poder, se caracterizan por su apego enfermizo a éste. Caudillismo que raya el mesianismo, mano dura y puño cerrado, centralismo y control absoluto, deseo de perpetuación, paternalismo y ennoblecimiento social mediante decretos y ceremonias, deseo de convertirse en sujetos de culto son algunas de las características que rondan a sus personas. Además de estos rasgos, son las anécdotas que se cuentan sobre ellos (algunas reales, otras no) las que alimentan el imaginario popular y las páginas de muchas obras literarias.

La historia de América Latina puebla su recuerdo con infinidad de nombres de gobernantes dignos de anecdotario: Manuel Rosas en Argentina; en Bolivia, Mariano Melgarejo; José Gaspar Rodríguez de Francia en Paraguay; en México, Porfirio Díaz; Leónidas Trujillo en la República Dominicana, entre otros muchos. Varios de estos personajes inspiraron grandes novelas latinoamericanas: Yo el Supremo de Augusto Roa Bastos, El recurso del Método de Alejo Carpentier, El señor Presidente de Miguel Ángel Asturias, Oficio de difuntos de Arturo Uslar Pietro, El dictador suicida de Augusto Céspedes, La fiesta del Chivo de Mario Vargas Llosa, La tempestad y la sombra de Néstor Taboada Terán y la magnífica El otoño del Patriarca de Gabriel García Márquez, por mencionar algunas. Esta última recoge la tradición del dictador latinoamericano (una suma de todas las figuras históricas) para ficcionalizarlas en un solo personaje. El mismo Gabo, en el discurso que pronunció cuando recibía el Premio Nóbel, admitía que estos seres rayaban las fronteras entre la realidad y la fantasía.

Sólo algunos ejemplos: Ulises Heureaux, dominicano, tenía en su gobierno a un general que lanzó un decreto prohibiendo escupir redondo y brillante porque una vez confundió el esputo con una moneda que intentó recoger. García Moreno, general ecuatoriano, fue velado con todas sus galas militares, sentado en su silla presidencial. Antonio López de Santana, mexicano, ordenó que se enterrara con honores su pierna derecha perdida en La Guerra de los Pasteles. De Mariano Melgarejo se cuenta que organizaba fiestas bacanales en Palacio de Gobierno, donde muchas veces el invitado principal era su caballo Holofernes; también se dice que en esas borracheras él y su caballo eran quienes mostraban mayor resistencia a los efectos del alcohol. Maximiliano Hernández, salvadoreño, inventó un péndulo para saber si los alimentos estaban envenenados. El actual presidente constitucional, Evo Morales, a quien Hugo Chávez declaraba enviado de Dios, también se trae lo suyo: además de la ceremonia en el Congreso, se inventó un rito de coronación, con atuendo estrafalario incluido, en la localidad de Tiwanaku. Y no se puede terminar este anecdotario sin incluir al tristemente célebre George “doble v” Busch, de quien rescatamos un par de frases, la primera viene de su política de asuntos exteriores: “La gran mayoría de nuestras importaciones vienen de fuera del país”; la segunda corresponde a su visión sobre el futuro: “Nosotros estamos preparados para cualquier imprevisto que pueda ocurrir o no”.

Ciertamente, estaríamos mejor sin ellos; pero ya que no podemos cambiar la historia por lo menos hagamos que ella nos arranque una sonrisa, para no llorar de rabia.

domingo, abril 13, 2008

Ícaro nos animó a volar


El miércoles 9 de abril se levantaron los telones de los teatros paceños. El FITAZ (Festival Internacional de Teatro de La Paz) se vino maquillado trayendo en el equipaje sombras, muñecos, máscaras y zapatos de clown. Días antes, en un pre-estreno, tuvimos la oportunidad de asistir a la puesta en escena de la obra Ícaro, a cargo de Daniel Finzi Pasca, actor, dramaturgo y director suizo, fundador del Teatro Sunil.

Ícaro, durante esa noche, cambió su traje griego por una bata blanca, su celda por una habitación de hospital, y a su padre, por un recién llegado casi inválido. Enfermo, con cuanta enfermedad es posible, Ícaro lleva varios años, más que internado, encerrado en un recinto sin puertas ni ventanas, sin ningún contacto con la realidad, custodiado por una colección de médicos despreocupados, enfermeras armadas de jeringas y monjas carceleras que sólo aparecen en la imaginación. De pronto, sacado de las butacas del público, Luis aparece en el escenario, de espectador a actor, tendido en la otra cama de la prisión, sin poder moverse, actuar ni pensar. Ícaro, con la capacidad de pasar de la ternura del niño a la tristeza del viejo, va ganando terreno en la vida y la mente del enfermo.

De prisión a prisión ha ido transcurriendo su vida, ahora Ícaro se queja de la nueva jaula que lo encierra. Llora porque no le dejan salir, porque vive con la nostalgia de la libertad, porque no puede volar. Luis, aparentemente tranquilo, desde su lecho de inválido, contempla y escucha a su compañero, mueve la cabeza y lanza algún monosílabo para responder.

Ícaro se acuerda de un amigo, aquél con el que se escapó de una prisión infantil, recuerda cómo se encontraron en el hospital y cómo planificaron repetir la hazaña. Se hicieron trajes de plumas, aprendieron a volar, planificaron la huida, detalle a detalle; pero el amigo de la infancia cayó enfermo, se debilitó y un día dejo de estar.

Para escaparse hay que hacerlo de a dos; de a uno, no tiene sentido. Ícaro anima a Luis a acompañarlo en la aventura, se compromete a enseñarle a volar. Hay un traje de plumas disponible y listo para usar. Ícaro, encerrado en el cubo de cemento, no se ha dejado vencer, ha pintado un sol para verlo nacer y caer a su disposición; la alegría de encontrar un compañero de fuga hace que vuelva a encender ese sol. Cargado con el amigo a las espaldas comienzan las lecciones: batir los brazos, planificar, hacerse al enfermo, secuestrar a una monja, disfrazarse de ella y escapar. El plan es perfecto, pero tienen que esperar que por algún motivo la monja se aparezca por ahí. Mientras esperan, sueñan, con volar, con encontrase en una plaza, con ser confundidos con ángeles, con comer pizza, con brindar por la libertad. La monja no llega, pero, sin darse cuenta, Luis se ha empezado a mover, camina, corre, salta, patalea... Ícaro le abre las puertas del armario, ahora convertidas en portal de libertad. Luis sale, se va, Ícaro ha conseguido enseñarle a volar.

Esa noche mágica el resto del público también se dejó llevar en brazos de Ícaro hacia el sueño de la libertad. Él nos animó a volar, a soñar, a imaginar, para que cuando no haya sol lo podamos pintar, para que cuando no podamos caminar aprendamos a volar, para que cuando nos encierren y no nos dejen salir sepamos descubrir las puertas hacia la libertad.

miércoles, marzo 26, 2008

Pinocho, el muñeco mentiroso


Érase una vez, en un país muy lejano, un viejo minero en comisión, ya retirado, llamado Filipo. En la vida había ejercido muchos oficios, y ahora quería pasar sus últimos años en medio de los cocales del valle. Un buen día de invierno, Filipo salió a buscar algo de leña para la fogata de su chimenea. Recogió muchas ramas secas de los cocales que ya habían sido cosechados. Esa noche, cuando se disponía a avivar el fuego con las ramas, una idea iluminó la mente de Filipo. Con todas las ramas que había reunido construyó una marioneta a la que, en principio llamó “Cococho”, porque estaba hecho de ramas de coca; pero éste nombre le pareció algo vulgar, así que lo cambió por “Pinocho”, que sonaba mejor. Pensó que su nuevo juguete sería una compañía y una distracción, así podría entretenerse en su solitaria vejez. Con tanta paciencia y esmeró lo fabricó, que un hado padrino, venido del norte, se apiadó del artesano y decidió dotar de voz y movimiento a la marioneta. Ésta causó sensación entre propios y extraños, ya que era una marioneta que se movía sin hilos y hablaba por cuenta propia.

Como todo buen padre, Filipo inició a Pinocho en las artes de la oratoria y en el saber político, filosófico y religioso; la verdad es que el muñeco le salió medio rana, aprendió a hablar mucho y a decir poco. Con el tiempo, Pinocho resultó ser un niño díscolo, mentiroso y pendenciero. Se peleó con su padre y se escapó con unos malos amigos que le ofrecieron convertirlo en niño de verdad, aunque sus verdaderas intenciones eran las de transformarlo en un pobre burro para vender su carne, aprovechando la escasez de ésta en los mercados, a los comerciantes de hamburguesas y salchichas. Estos amigos hicieron creer a Pinocho que sería su líder, que junto a ellos conquistaría el mundo, la fama y los placeres.

El afán de poder, con sus hilos invisibles, comenzó a manejar a la marioneta. Envuelto en su fantasía, Pinocho se dedicó a la mentira y al engaño. Se burlaba de la gente del pueblo que en un principio lo había acogido con cariño; traicionó a muchos de sus antiguos conocidos; le importaban un bledo todas las reglas que conocía, trabó amistad con los malhechores de la comarca y terminó figurando en la lista negra del rey. La fama de sus faltas y delitos corría de pueblo en pueblo a viva voz. “Viejas chismosas, las haré callar”, amenazaba Pinocho, con el puño levantado agresivamente y la otra mano cuidando el bolsillo de la camisa. De tanto en tanto, la vocecilla de un grillo, que hacía las veces de conciencia, a falta de ella, se dejaba escuchar. A Pinocho esas cosas le tenían sin cuidado; a él sólo le importaba seguir fantaseando con su poder.

La mentira tiene patas cortas y la nariz muy larga; Pinocho no llegó muy lejos, sus maldades lo llevaron al aislamiento y la oscuridad. La marioneta se sentía sola e infeliz, se iba dando cuenta de que a sus compinches no les interesaba de verdad, ya ni siquiera sus juegos de pelota lo dejaban contento, el pueblo ya no soportaba su presencia y hasta Filipo lo rechazaba y hablaba mal de él.

Hasta ahí todas las versiones coinciden. Con afán pedagógico, para que los niños se vayan a la cama y duerman tranquilos, se cuenta que Pinocho se redime, reconoce su culpa y se hace bueno, en premio cumple su deseo de convertirse en niño de verdad. Pero, al parecer, otras son las versiones que manejan los adultos.

jueves, marzo 06, 2008

Todos a una: Fuente Ovejuna


Alrededor del siglo XVI, en un poblado cordobés de España, se vivió un caso de linchamiento. El Comendador de Fuente Ovejuna fue muerto violentamente a manos de los vecinos. Ante la pregunta de “¿Quién mató al comendador?” una y mil veces la respuesta era “Fuente Ovejuna, Señor”, todos a una respondían: Fuente Ovejuna. El nombre del pueblo dio lugar a esta pieza dramática; Lope de Vega trabajó el tema de la justicia tomada por mano propia ante la tiranía y la ausencia de ley; pero también toma en cuenta la calidad de rebaño que asume el pueblo bajo la guía de algunos líderes.

En circunstancias diferentes, ya que ahora vivimos en pleno siglo XXI y bajo el marco de un Estado de Derecho, ciertos comportamientos no han cambiado. Las noticias de linchamientos llenan las páginas de los periódicos mientras las autoridades se lavan las manos y los verdugos se esconden en turbas y consignas.

Al grito de “justicia comunitaria” pobladores de la comunidad cochabambina de Epizana torturaron durante diez horas a tres policías. Mientras las víctimas pedían auxilio e imploraban por sus vidas sus verdugos los maniataban, los golpeaban con palos y piedras, y les echaban agua hervida hasta asesinarlos. Mientras tanto dos periodistas eran atemorizados bajo la misma amenaza. Todos a una: Fuente Ovejuna

Hace poco, un traidor jueves antidemocrático, dos congresistas, fueron agredidas por una turba envalentonada que decía defender la democracia bloqueando el ingreso al parlamento a toda persona que no comparta la visión del régimen gobernante. Escupidas, golpeadas e insultadas tuvieron que retirarse ante la distraída mirada policial. Todos a una: Fuente Ovejuna.

En el Chapare, el año pasado, un joven de 26 años, confundido con un ladrón, tuvo que soportar horas atado a un árbol lleno de hormigas; ahora tiene que cargar el daño neurológico y las secuelas renales. Cuatro presuntos delincuentes fueron quemados vivos dentro de un automóvil, El Alto, diciembre de 2007. En San Ignacio de Velasco, Santa Cruz, hace un mes y medio, dos personas fueron golpeadas y quemadas bajo la acusación de robo y asesinato; uno de ellos murió, el otro se halla en terapia intensiva. En junio de 2006, en la ciudad de El Alto, un hombre muere ahorcado por algunos vecinos que decían haberlo visto robar unas herramientas. Durante dos horas, un joven en San Julián, Santa Cruz, aguantó las piedras que le lanzaba la gente por haber robado una moto; murió lapidado. Una mujer fue enterrada viva, en Potosí, porque supuestamente había cometido adulterio. Todos a una: Fuente Ovejuna.

Éstos son alguno de los casos de linchamiento que se han venido presentando; en los últimos dos años ya suman cuarenta y ocho. Pocas veces la justicia ha llegado a esclarecer los hechos. Ya va siendo tiempo de actuar, de frenar actos violentos y delictivos que aprovechándose de algunas circunstancias dejan salir lo más bajo y cruel del ser humano; es tiempo de dejar de encubrir asesinatos y torturas bajo el rótulo de “justicia comunitaria” o como diablos quiera entendérsela. No vaya a ser que la violencia siga cobrando más y más víctimas; que esa violencia, que crece en escalada, vuelva a tomar las calles y repita un febrero, un octubre o un enero negro; y, peor aún, sigamos con la mala de costumbre de gritar todos a una: Fuente Ovejuna.

miércoles, febrero 20, 2008

La vida de los otros


En la antigua República Democrática Alemana (RDA), bajo el régimen comunista, se contaba con un departamento de policía secreta y de inteligencia: la STASI o Ministerio para la Seguridad del Estado. Esta institución estaba encargada de vigilar y supervisar las actividades políticas de los ciudadanos para detectar comportamientos subversivos o antirrevolucionarios. La STASI fue considerada uno de los sistemas de inteligencia más efectivos del mundo. Este organismo llegó a tener en sus filas a más de noventa mil espías y trescientos mil informantes civiles que se dedicaron a pinchar teléfonos, espiar la vida privada de los ciudadanos mediante micrófonos y cámaras ocultas, hacer seguimientos de personas consideradas “sospechosas”, etc.; todo un mecanismo de defensa de un régimen asustado, y de ataque a los derechos humanos y a las libertades civiles.

Este contexto sirve como telón de fondo para que el director alemán Florian Henckel-Donnersmarck lleve a las pantallas la película, ganadora del Oscar a la mejor extranjera, La vida de los otros. El capitán Wiesler recibe la misión de “observar” al dramaturgo Georg Dreyman y a su novia, la actriz Christa-Maria Sieland. El trabajo no es más que rutina, entrar al domicilio, revisar un poco, instalar micrófonos y cámaras, seguimiento por la calle, etc. El oficial va acompañando, por decirlo de alguna manera, la vida de la pareja, tanto en sus relaciones sociales como en las más íntimas. El trabajo comienza a convertirse en placer, las historias ajenas van haciéndose propias, la vida de los otros va robándole su propia vida. De un momento a otro lo cotidiano se altera, la relación con un escritor amigo apunta a la subversión, éste le pide a Dreyman que colabore con algún artículo, relacionado a los suicidios en la Alemania comunista, en un periódico opositor. El dramaturgo acepta.

Dentro de un Estado policía es difícil tener una opinión distinta a la oficial; más difícil aún es poder expresarla. Lo más simple se torna complejo, desde conseguir una máquina de escribir que no esté registrada, hasta lograr que el artículo escrito pueda atravesar la frontera para su publicación. El capitán alemán es testigo de todos estos hechos, pero curiosamente guarda silencio sobre ellos; los informes llegan alterados, en favor de vigilados, a las oficinas de la STASI.

Si bien no existen pruebas de la protección, y por tanto de la traición al Estado, que brinda Wiesler a sus vigilados; la sospecha está presente. En clave de tragedia la mujer de Dreyman, después de ser obligada a declarar en contra de su marido, muere en un accidente. El dramaturgo se queda sin su amada. El capitán termina su carrera de espía en los sótanos del Ministerio, husmeando en la correspondencia ajena.

Es cierto que el régimen no dura mucho tiempo más en el poder. La democracia, la caída del muro y la unificación de las dos alemanias son la prueba de ello. Pero también es cierto que la Stasi y sus mecanismos de espionaje se encargaron, directa o indirectamente, de arruinar la vida de miles ciudadanos. Más allá de lo ilegal de sus acciones, está el voyeurismo de su inconciente y la inmoralidad de su proceder.

En conclusión, podemos decir que espiar y ser espiado es un tema muy recurrente y muy a propósito no sólo en el cine.


martes, febrero 12, 2008

Abrazos gratis



Tanto padres como hijos andan reclamándolos a cada rato. Los amigos y los enamorados no se cansan de darlos ni de recibirlos. Suelen ser señales de apertura, acogida y protección. Dan calor y expresan afecto; aunque algunos provocan locura. Sobre ellos se han hecho poemas, canciones, cuentos; el mismo Eduardo Galeano les dedicó un libro entero. Algunos verbos cercanos nos hablan de ceñir, estrechar, rodear, contener, incluir, adoptar. Sí, estamos hablando de los abrazos.
¿Cuánto cuesta dar un abrazo? Juan Mann, en inglés la fonética nos remite a [One Man] (un hombre) descubrió que abrazar podía no costar nada; de ahí en adelante se dedicó a gastar su tiempo abrazando gente por calles transitadas, contagiando su entusiasmo a otros muchos, hasta llegar a generar un movimiento mundial de abrazos gratis. Con la soledad a cuestas, recién llegado a su ciudad natal, los padres divorciados, la relación fracasada con la novia, una abuela muy enferma, Jason Hunter salió, en junio del 2004, a las calles de Sidney, Australia, a repartir abrazos gratis. El regalo lo había recibido poco antes, en una fiesta, de brazos de una mujer desconocida. Ese abrazo cambió su vida y su forma de ver el mundo y de entender a las personas.
Años más tarde, tras la muerte de la abuela, la depresión se volvió a apoderar del hombre que había hecho de los abrazos una forma de vida. Entre las muestras de afecto que recibió durante ese tiempo, destaca un regalo especial: un video suyo, filmado por un transeúnte casual, Shimon Moore, cuando un policía intentaba detener los abrazos gratis. Tiempo después, colgada en la página web de Youtube, la grabación contagiaría el entusiasmo por salir a calles y plazas para abrazar a la gente, sin mayor explicación.
El movimiento "Free hugs" (abrazos gratis) se dio conocer en todo el mundo. Hombres y mujeres, inspirados por la actitud de Mann, dedicaron parte de su tiempo a repartir abrazos a las personas con las que se topaban. El movimiento fue creciendo y traspasando todo tipo de barreras, sin importar sexos, edades, clases, credos ni idiomas. Los abrazos son cariños universales, y así nace "Abrazos gratis", versión en español de "Free hugs". La iniciativa traída a Latinoamérica llega desde España; los abrazos se van regalando de persona a persona, en una cadena que construye lazos entre los seres humanos.
Esta columna no se estaría escribiendo si es que yo no hubiera descubierto y recibido "Abrazos gratis", una tarde nublada en la población de Copacabana, a orillas del Lago Titicaca; si es que no hubiera descubierto lo obvio: que abrazar no cuesta nada; si es que no hubiera experimentado lo placentero que se siente el ser abrazado por alguien sin haber esperado semejante regalo. Basta sólo ese instante para sentirse querido, para dejar atrás la soledad con la que se carga, para volver a creer en la humanidad y en un proyecto de hermandad. Basta un abrazo, uno solo, para sentirse como un rey; así lo experimentó Mann el día de la fiesta en los brazos de la desconocida.
Que los abrazos gratis no se terminen nunca; más bien se multipliquen y lleguen a todos. Salir a regalar abrazos no cuesta nada; recibirlos, tampoco. Ánimo, a abrazar y dejarse abrazar.
¡Cambia la actitud y cambiarás el mundo!

viernes, enero 18, 2008

Un aplauso, por favor


Apenas empezado el nuevo año, recuperándonos de la resaca de las últimas fiestas, de seguro ya nos estamos preparando para el carnaval. Convites por aquí y por allá; músicos y bailarines de ensayo en ensayo; modistas, costureros y bordadores con las agujas a cien por hora, infladores de globos preparando el negocio; acomodando las cervezas en el refrigerador para que estén frías en el momento justo. Pero, a veces, estos afanes hacen que pasemos de largo la transición de un año a otro, con el riesgo de que el tiempo se nos vaya sin la oportunidad de hacer algunos altos para reflexionar y proyectar nuestras vidas y nuestras historias. No queremos que esto nos pase, así que pondremos algunas líneas sobre este tiempo.


El Dosmilsiete se fue; y con él, sus hechos y muchos de sus personajes. Se retiró bastante cargadito, con sus cosas encima y algo humillado, se marchó casi sin decir nada; si algo nos queda de él, son los recuerdos. Entre éstos están los buenos y lo malos, los gratos y los ingratos; lamentablemente los malos y los ingratos, parece que se impusieron a los otros. Definitivamente no fue de los mejores años que hayamos tenido; su paso por la historia deja mucho que desear y pensar. Comenzamos el primer mes con enfrentamientos. De ahí para adelante fuimos testigos de la imposibilidad de dialogar. Los prefectos contra el gobierno. Racismo de uno y otro lado, con sus respectivas dosis de intolerancia y abuso. Muertos, personas cuyos fallecimientos se pudieron evitar. Sangre, luto y dolor. Unión Juvenil Cruceñista, Jóvenes por la Democracia, cocaleros, campesinos, movimientos sociales, ponchos rojos y sus perros degollados. Constituciones, pronunciamientos, cabildos y militares de por medio. Pandillas, inseguridad y linchamientos. Mayor violencia, agresividad y temor. Entre otros ésos son los recuerdos que se guardan del pasado año. Pero, pese a todo, el tiempo avanza y nosotros seguimos inmersos en la historia y en la realidad. La sabiduría popular dice que aquello que no mata, nos hace más fuertes. Ojalá hayamos aprendido la lección porque si no estaremos condenados a repetirla, una y otra vez. Lo bueno fue que al final de todo quedamos con mucha ilusión por el siguiente año y por lo que en él podríamos hacer. Por eso y por más, por las enseñanzas, por los tropiezos y sobre todo por la esperanza, despidamos el pasado año sin resentimientos.


Ahora, con todo el anterior año atrás, estamos en pleno Dosmilocho. Recibimos este año hace pocos días, con entusiasmo, con luces de colores, música y baile, con el ferviente deseo de que sea un buen año, de que nuestros proyectos se cumplan. Familia, salud, prosperidad, son las palabras que fuimos repitiendo constantemente a nivel personal; también pensamos en diálogo, tolerancia, paz, concertación. como deseos para nuestro país. Y empezamos bien, la sola posibilidad de encuentro entre el Presidente y los prefectos nos abre muchas puertas, nos hace pensar que no todo está perdido. Que ésta sea la actitud durante todo el año. Desde un escenario de diálogo y respeto podremos comenzar a trabajar los otros temas que tanto nos urgen y a veces nos desesperan. Ánimo con el nuevo año y con las posibilidades que nos descubre.


Desde esta columna queremos recibir el Dosmilocho con un aplauso, por favor.